dilluns, 28 de gener del 2008

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Un poema de l' Antonio Colinas : La encina

En diciembre, casi sin desearlo,
me encontré contemplando en tierra de místicos
un atardecer que se consumía
-de horizonte a horizonte con
la lentitud de un cálido rescoldo.
Ahora ya es de noche
y arriba todo es cielo
y abajo todo es mar de tierra parda
y aquí, a mi lado, sólo hay una encina
vieja y negra, enorme y grave.
¿Qué podría yo hacer
con esta encina-madre, con esta compañera
de grandes brazos negros, de grandes brazos duros,
con este candelabro de velas apagadas?
¿Comeré de sus frutos más amargos?
Y, si tiendo los brazos, ¿sentiré cómo hiere
su hojarasca de escarcha?
¿Palparé la aspereza de su robusto tronco,
que más parece el lomo
de la bestia de un apocalipsis?
He venido a cobijarme
bajo la doble noche de la encina
porque era mucho el frío que desprende
el manto de esta tierra tan inmensa.
Me inquietaba también un vuelo de lechuza
en torno de la ruina de un palomar.
(Sospecho que mis ojos pueden ser el aceite
que el ave busca con inquietud
en el centro del páramo.)
Así que me he quedado a solas y vacío
de cuanto se hace o dice en este mundo,
pero lleno del silencio más blanco
que reinó en la primera noche del planeta.
Los pies ya se han callado
sobre el crujido de la tierra helada.
La boca sólo puede morder la tierra.
Los ojos, húmedos y extraviados,
ya no persiguen constelaciones
y dudan de si son astros o agujas
lo que cae de allá arriba, entre las ramas.
Con la idea del amor
(ese otro rescoldo que siempre llamea
en el pecho de los soñadores),
me caliento y espero,
voy pasando la noche
hasta que alba o muerte
sellen esta soledad infinita.

diumenge, 27 de gener del 2008

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Llegint a Carles Riba:

Conec la flama,
no a mi mateix que hi cremo;
la gelosia,
no el vent antic que sembra
dins meu la flor nocturna.
(LXX)


És quan somio
que omplo jo la meva ombra,
i dins l'estranya
mina reial, revolto,
pur, la llum dels meus dies.
(LXVII)



De Tannkas del Retorn, Carles Riba, del llibre "DEL JOC I DEL FOC"

dissabte, 26 de gener del 2008

la pel·lícula que no he vist

els colors del dia, 1

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Divendres al matí vaig un moment a la biblioteca. Trobo un llibre, un autor, una página:



La extraña sensación de haber muerto
en Viena, una tarde de otoño de 1992,
en una casa cuya escalera nunca subí.
De ser desde entonces un intruso, un farsante,
el actor sin futuro de una mala comedia.
De que el destino, implacable y rastrero
se ha vengado en la larga noche de un hospital,
en las horas vacías que ahora trato de llenar.
Inventar, no heterónimos como hizo Pessoa,
sino algo más simple, al hombre que ahora escribe,
la mediocre constancia de sus hechos,
mientras, insistente, me tienta la idea de volver,
de subir de una vez los escalones, de llamar a una puerta.
Pero ¿quién sabe si todavía una historia peor,
un horror más nítido me espera allí,
al final de la escalera, frente a la imaginada puerta."

El final de la escalera, l'autor: JUAN LUIS PANERO, del llibre ENIGMAS Y DESPEDIDAS